Literatura

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miércoles, 9 de octubre de 2013

Artículos sobre Frankenstein

1-      Escribir un texto de opinión  a partir de la lectura que hace   Fernando Savater sobre la novela de Frankenstein y sus protagonistas.

“La historia de Frankenstein y su criatura (a la que todos solemos llamar también "Frankenstein", como un hijo que recibe el apellido de su padre, es un cuento de terror pero que encierra, al menos, dos lecciones de moral. La primera es que no todo lo que la ciencia sabe hacer tiene derecho a hacerse: sobre todo cuando se trata de enredar con la vida humana, inventando un pobre ser que viene al mundo no como fruto del amor de una pareja sino como resultado de un caprichoso experimento. La segunda lección es que antes de llamar "malo" a otro tenemos que intentar comprender sus circunstancias. ¿Acaso tenemos derecho a exigir que alguien sea bueno cuando no se le respeta ni se le quiere, cuando todos le huyen o le persiguen, cuando ninguno intenta remediar su desamparo? Nadie puede portarse humanamente si no le tratamos con humanidad: cualquiera al que los demás apartan  como si fuera un monstruo terminará siendo un auténtico monstruo, de veras.”  
 Fernando Savater en “Malos y malditos”  Ed. Alfaguara



FERNANDO SAVATER, Ética para Amador
En la novela de  Mary W. Shelley en la que se basa la película, la criatura hecha de remiendos de cadáveres hace esta confesión a su ya arrepentido inventor: « Soy malo porque soy desgraciado. »Tengo la impresión de que la mayoría de los supuestos «malos» que corren por el mundo podrían decir lo mismo cuando fuesen sinceros. Si se comportan de manera hostil y despiadada con sus semejantes es porque sienten miedo, o soledad, o porque carecen de cosas necesarias que otros muchos poseen: desgracias, como verás. 0 porque padecen la mayor desgracia de todas, la de verse tratados por la mayoría sin amor ni respeto, tal como le ocurría a la pobre criatura del doctor Frankenstein, a la que sólo un ciego y una niña quisieron mostrar amistad. No conozco gente que sea mala de Puro  feliz ni que martirice al prójimo como señal de alegría. Todo lo más,  hay bastantes que para estar contentos necesitan no enterarse de los padecimientos que abundan a su alrededor y de algunos de los cuales son Cómplices. Pero la ignorancia, aunque esté satisfecha de sí misma, también es una forma de desgracia...
Ahora bien: si cuanto más feliz y alegre se siente alguien menos ganas tendrá de ser malo, ¿no será cosa prudente intentar fomentar todo lo posible la felicidad de los demás en lugar de hacerles desgraciados y por tanto propensos al mal? El que colabora en la desdicha ajena o no hace nada para ponerle remedio... se la está buscando. ¡Que no se queje luego de que haya tantos malos sueltos! A corto plazo, tratar a los semejantes como enemigos (o como víctimas) puede parecer ventajoso. El mundo está lleno de «pillines» o de descarados canallas que se consideran sumamente astutos cuando sacan provecho de la buena intención de los demás y hasta de sus desventuras. Francamente, no me parecen tan « listos » como ellos se halagan en creer. La mayor ventaja que podemos obtener de nuestros semejantes no es la posesión de más cosas (o el dominio sobre más personas tratadas como cosas, como instrumentos) sino la complicidad y afecto de más seres libres.(…)

Llegamos por fin al momento de intentar responder a una pregunta cuya contestación directa (indirectamente y con rodeos hace bastantes páginas que no hablamos de otra cosa) hemos aplazado ya demasiado tiempo: ¿en qué consiste tratar a las personas como a personas, es decir, humanamente? Respuesta: consiste en que intentes ponerte en su lugar. Reconocer a alguien como semejante implica sobre todo la posibilidad de comprenderle desde dentro, de adoptar por un momento su propio punto de vista.  Víctor  se tomó tan en serio a sí mismo, tuvo tan en cuenta sus deseos y ambiciones, que  actuó como si los demás no fuesen de verdad, como si fuesen simples muñecos o fantasmas: los aprovechó cuando les venía bien su colaboración. No hizo el mínimo esfuerzo por ponerse en el lugar del monstruo, por relativizar su interés propio para tomar en cuenta también el interés ajeno. Ya sabes cómo le fue.



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